26/6/16

EL GABINETE DEL DOCTOR CALIGARI (Robert Wiene, 1920)- Spoiler


El gabinete del Doctor Caligari (1920), la película expresionista por excelencia, no tiene antecedentes clínicos, tiene un prontuario. Está inscripto en la -pana nosotros feliz- confluencia de síntomas sociales de posguerra,  y  en el intento de desbloqueo con que las productoras alemanas batallaban en el mercado cinematográfico mundial, por supuesto, pero también en trastornos bien personales:
*     . Los de Hans Janowitz, que una tarde de 1913, andaba (como flechado) persiguiendo la risa de una muchacha por las ferias de Hamburgo, y al día siguiente la supone víctima de los crímenes sexuales que escandalizaban, por ese entonces, a la ciudad; se acerca al funeral e intuye reconocer a y ser reconocido por el asesino (presunto propietario de la sombra común – de burgués- que lo separó de la chica). Que además, siendo checo criado en Praga, fue a la Guerra como oficial de infantería y volvió como pacifista indignado con las autoridades que empujaban a millones a la muerte.
*      Los de Carl Mayer (el austríaco al que encontraremos a menudo si hablamos de expresionismo) cuyo padre -un rico comerciante venido a menos por la obsesión de hacer más dinero con un método científico, en  los casinos-  se suicida, pero antes, cuando Mayer tenía 16 , hecha de casa a sus cuatro hijos, debiendo el mayor (Carl) hacerse cargo de los pequeños, vender barómetros por toda Austria y soportar los exámenes mentales con que lo acosaban los psiquiatras militares encargados de su “caso”. Eso no le impidió, sin embargo, explorar distintas ramas del teatro y la poesía ni compartir ideas revolucionarias con su amigo (Janowitz) mientras paseaban por ferias con freaks (mitad hombres, mitad, máquinas) que hacen milagros de fuerza y presagian futuros en una especie de trance hipnótico; ni escribir con él guiones de cine para protestar contra gobiernos autoritarios que obligan a sus ciudadanos a hacer el servicio militar, que enseñan a matar y a morir.
*      Los de Erick Pommer, el miembro de la Decla- Bioscop, que obstinado en conquistar mercados extranjeros con espectáculos de cine estéticamente cualificados, acepta el proyecto.
*      Los de Fritz Lang, que algo más conforme, rechaza dirigir un film contra gubernamental.
*      Los de Robert Wiene, de padre actor y luego loco, que también disconforme con las quejas del argumento agrega una vuelta de tuerca en tres escenas (dos al comienzo y una al final) que altera rotundamente la trama y las intenciones de la historia original.
*      Y los de unas grabaciones rodadas 100% en el interior de un estudio de escaso cupo eléctrico que terminó por sugerir a los escenógrafos pintar los escenarios y los juegos de luces para ambientar los relatos.
En rigor, de ese contraste (al decir de Kracauer, 1947) entre la tiranía y el caos anárquico nace El gabinete del Doctor Caligari. La historia de un presentador de feria que comparece ante las oficinas municipales y es tratado altaneramente por un funcionario que, al día siguiente, aparece muerto en su habitación mientras la gente (entre ella Francis y Alan, los dos enamorados de Jane) disfruta de los entretenimientos de la feria y merodean la carpa donde el Doctor Caligari presenta a Césare, un sonámbulo que se levanta lentamente de su ataúd para predecir la suerte de los concurrentes y le dice a Alan que esa misma noche morirá: cosa que efectivamente sucede (vemos en las sombras) bajo el mismo modus operandi en que ocurrió lo del funcionario.
De ahí en más Wiene sigue de cerca a Francis en el itinerario que lo lleva a confirmar sus sospechas: Césare es un asesino serial e hipnótico que actúa bajo las órdenes del bizarro Caligari; y estando pronta la muerte de su amada, la policía lo descubre, el sonámbulo perece fatigado por cargar a Jane, ella se salva, Caligari huye colina arriba hacia un manicomio del que resulta ser el director… y ese, ese es el eslabón con que Wiene da vuelta como una media la lógica de la narración: todo lo antes proyectado es el delirio de un loco que justifica, entre otras cosas, los extravagantes decorados y vanagloría la bondad de un sistema psiquiátrico que ahora, entendiendo las alucinaciones de Francis, ya podrá curarlo.

Les dejo el link para que disfruten:




Fuente:

Kraucaer, S. (1947). De Caligari a Hitler. Historia Psicológica del cine alemán . Editorial Paidós: Barcelona

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