Me sumo a este reto, un poco tarde pero con muchas ganas
http://vptdragonfly.blogspot.com.es/2013/12/reto-abecedario.html
16/3/14
15/3/14
6/3/14
La calumnia
Karen y Marta bordean los treinta, son
maestras, socias, amigas (las mejores amigas) y tienen un sueño: hacer de la
granja, que han convertido en la escuela para señoritas Wright- Dobie, no
solamente un buen negocio sino también una excelente institución educativa. Lo
hacen todo a pulmón: desde dar clases de francés, matemática y piano; pasando
por los quehaceres domésticos y las tareas administrativas hasta las funciones
familiares (acostar a las niñas, intentar comprenderlas, castigarlas,
cocinarles, soportar a la soberbia tía Lily
que vive con ellas, como parásito, poniéndolas siempre al borde de un
ataque de nervios). Hace dos años que postergan todo deseo individual por uno
plural. Y ya es tiempo de que el destino mejore. Sin embargo aún el baldazo de agua fría llegará y llegará,
como era de prever del mundo de sus infantas.
María (la primita del prometido de
Karen) comete, en menos de lo que dura un día, todas las insolencias que
escandalizarían a cualquier adulto de comienzos de los años sesenta: consigue
libros prohibidos que la informan sobre sexualidad, llega tarde a sus clases de
elocución, manipula a sus compañeras para que la sirvan, finge desmayos para
evadir castigos, espía a sus maestras por la noche, se escapa de la granja, y
(sobre todo) miente, miente tan descaradamente que es capaz de convencer a un
juez.
María no quiere regresar a su escuela,
el único lugar, quizá, donde se le desvanece cualquier posibilidad de ser
complacida. De modo que conspira, trama su estrategia y a base de
conversaciones a medio oír (y a medio entender) por sus compañeras de cuarto
convierte el film en el imperio del chisme, ese enunciado circulatorio que
prende como un virus y se propaga por contagio en ocasiones hasta la
catástrofe.
María no es inocente pero es demasiado
pequeña para inventar o imaginar ciertos celos y emociones “anormales” que una
tal señorita Dobie siente por una tal señorita Wright. Esa es la lógica con que
los padres, en cinco horas, alejan a sus niñas de la supuesta escena originaria,
dejando desierta la granja, un proyecto inconcluso, indecente la vida de dos
maestras y la duda (incluso de los protagonista) de si la realidad es en verdad
el discurso o los hechos.
Gombrowicz solía decir que “el mundo
empieza cuando no se puede retroceder”. A veces, no obstante, el mundo simplemente se acaba aún cuando lo
intenten retroceder.
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