11/12/16

LA ISLA DE LAS ALMAS PERDIDAS


Título Original: The island of lost souls
Año: 1932                                                     Fecha de estreno: 1 de diciembre de 1932
Nacionalidad: Estados Unidos
Productora: La Paramount
Director: Erle C. Kenton
Duración: 70 minutos

Sinopsis/reseña crítica:
Día 1: Naufragué pero estoy a salvo. Mientras agonizaba no hice otra cosa que repetir tu nombre Ruth.
Me ha recogido un barco mercante ¡No te imaginás lo horrendo que es este lugar! Está lleno de animales enjaulados y estiércol y ¡hasta un hombre con las orejas peludas! El capitán empina la botella de oporto a más no poder y trata con tal crueldad a todos que me he visto en la obligación de darle un buen golpe… a ver si recapacita.
En seis días estaré en Apia y podremos, por fin, casarnos.

Día 2 por la noche: Parece que el capitán del barco no comprendió muy bien el mensaje de mi paliza. El caso es que, con dos puñetazos, me ha descargado como a una mercancía más en La Isla del Dr. Moreau, un científico vestido de dentista ¿Has oído hablar de él? Existen muchas supersticiones al respecto. Si las escuchaste, querrías olvidarlas. El Dr. Moreau me albergará en su casa esta noche; maneja el látigo como un domador (dice que lo aprendió de niño en Australia). Los nativos son muy extraños. Mañana temprano partiré hacia Apia. El Doc me prestará un barco.

Día 2, medianoche: Creo que ahora comprendo por qué se rumorea que esta Isla apesta los Mares del Sur. Mientras conversaba comn Leta, la única mujer del terreno, escuché los gritos de un ser humano que parecía estar siendo torturado. “Seremos los próximos” pensé. Así que salí inmediatamente de ahí con Leta ¿Te dije que es de la Polinesia? Bueno, fuimos en busca del barco para escaparnos. No llegamos a la costa. Los nativos nos hubieran despedazado si el Dr. Moreau no hubiese aparecido con el látigo. Ese tipo se cree Dios ¡lo sabes?  Acelerando el proceso evolutivo unos cientos de años crea plantas descomunales  pero, lo más aberrante, es que fabricó humanos parlantes a partir de meros animales. Tienen leyes severas: no caminar en cuatro patas, no comer carne, no derramar sangre; y el líder se parece muchísimo a Bela Lugosi ¿Será el Dr. Moreau un loco o un genio? No tengo ningún interés en descubrirlo, sólo quiero que llegue mañana y zarpar en ese barco de una vez.
Día 3 por la mañana: Ni bien llegar a la costa vimos mi transporte en ruinas. Los nativos deben haberse revolucionado anoche. Mi regreso se retrasará. Leta es una mujer extraña y (espero no te enteres) atractiva. Ese atuendo deja ver demasiado y lo animal (eso que tengo en las piernas) suele ser bastante tirano. De todas maneras pude controlarlo, no te preocupes, de un beso no pasó… porque vi sus uñas felinas y lo comprendí todo: Moreau quiere que me aparee con su invento femenino… ¡Te juro que me saca de esta isla o voy a terminar con sus experimentos! ¡El mundo lo conocerá como lo que es!... Leta llora, eso confirma que es la más humana de sus engendros.

Día 3 desde el mediodía: ¿Cómo encontraste la isla? No aparece ni en el mapa ¿investigaste? ¡Qué alegría verte! ¿Cómo puede agradarte este lugar? Cuando un nativo libidinoso rompa tu ventana sabrás que es horrendo ¡Tenemos que irnos de acá! Llamá al capitán que te trajo, el lazarillo de Moreau tendrá sus razones para ayudarnos, y no olvidemos a Leta… ese disparo ha derramado sangre… ya no hay ley, el látigo no funciona… ¿Qué pasó con Leta? Se tiró del árbol como una pantera sobre ese nativo… está muerta… dejála ahí… el fuego destruirá todo… ¡Vamos! No mires atrás… 

4/12/16

VAMPYR, LA BRUJA VAMPIRO


Título Original: Vampyr - Der Traum des Allan Grey
Año: 1932                                         Fecha de estreno: 6 de mayo de 1932
Nacionalidad: Alemania
Productora: Coproducción Alemania- Francia
Director: Carl Theodor Dreyer
Duración: 68 minutos

Sinopsis/reseña crítica: Es difícil (casi imposible) resumir el argumento de Vampyr, la bruja vampiro: un forastero trajeado y cazamariposas; una posada insegura; una aparición que deja mensajes y libros sobre vampiros; una fábrica abandonada que desborda sombras diacrónicas; un médico siniestro; una vieja ciega que comprende gesto y muerde feo; una mansión; un padre-aparición asesinado; dos chicas en peligro; la percepción de un vivo que va en ataúd a su propio funeral; una especie de ángel-mayordomo que clava estacas; un malvado enterrado en harina; el cruce de un río; una pareja de la mano que vuelve a casa… todo al estilo mudo y con la inoculación tardía –siempre a destiempo- de sonidos.
Vampyr, la bruja vampiro no es una película americana ¡y se nota! ¿Por qué? Pues porque está onírica. Se nota que Dreyer hizo el film para alterar los cánones narrativos y no para satisfacer la eficacia deductiva de los espectadores. Sino no habría algo tan ignominio – y desconcertante- como una noche espectral a pleno sol ¿Cómo va uno a tener miedo si está como de día? El caso es sencillo: es la ley-pesadilla: demasiados símbolos, condensaciones, desplazamientos, líneas de fuga, mutaciones y desfasajes instalados siempre a mitad de camino entre el desastre y el disparate.

Suerte, entonces, de pequeño manual ilustrado para psicoanalistas, lo que vemos en la pantalla es inestabilidad pura y magistralmente controlada; inestabilidad que suspende la lógica en la idiotez más lúcida: la que se siente cuando (de súbito) uno se toca, reconoce que está ahí (mirando una película sin ton ni son) y de pronto, de golpe, las leyes que gobiernan el universo nos son aberrantemente desconocidas.