No importa lo cerca que estén en el tiempo las entradas de su diario; siempre imaginé a Bioy Casares en blanco y negro. Hasta ahora, el problema había sido apenas un residuo fotográfico; teníamos derecho a desconfiar… Con Descanso de Caminantes, sin embargo, la versión monocromática se esencializa: basta que Bioy describa o nombre algo para que parezca no estar a la moda.
Buscar en la vejez del autor la razón de esta impresión sería, como mínimo, paradójico. Si sus diarios (entre 1975 y 1989) abordan una y otra vez las molestias evolutivas no es para certificar su consumación, sino para negarla (acaso los inventarios de calles, estancias, médicos y marcas ¿no demuestran la lucidez de su memoria?).
La impostura cronológica de Bioy Casares deriva, más bien, de cierta suspensión sobre el mundo: casi nada, comenta Alberto Giordano (2006), adquiere valor de acontecimiento, de aquello “que no puede olvidarse porque todavía no termina de ocurrir” (p.156). La intimidad (no por inconfesable) es sepultada bajo el desapego, y es probable que eso sea condición de lo remoto.
Sólo dos cosas escapan a la anestesia emocional: los sueños y las enfermedades (propias). Dos despotismos biorrítmicos que, curiosamente, coinciden con otra vocación del autor: el narcisismo.
En efecto, además de la tendencia retrógrada, los diarios de Bioy Casares (o la selección de Daniel Martino) son matriz de cierta auto-idolatría, aún cuando el saldo sea el desprestigio del resto de los mortales (niños, esposa, amantes, colegas, pobres) y un bazar de gruñidos.
Conforme a las condiciones, es difícil recomendar la lectura de Descanso de Caminantes, pero si, pese a todo, usted se suscribe a ella, recuerde las pecas y la literatura de su autor, no tardará en reconocer a un personaje de Lewis Carroll que siempre es más infantil y mas viejo de lo que el tiempo exige.
Buscar en la vejez del autor la razón de esta impresión sería, como mínimo, paradójico. Si sus diarios (entre 1975 y 1989) abordan una y otra vez las molestias evolutivas no es para certificar su consumación, sino para negarla (acaso los inventarios de calles, estancias, médicos y marcas ¿no demuestran la lucidez de su memoria?).
La impostura cronológica de Bioy Casares deriva, más bien, de cierta suspensión sobre el mundo: casi nada, comenta Alberto Giordano (2006), adquiere valor de acontecimiento, de aquello “que no puede olvidarse porque todavía no termina de ocurrir” (p.156). La intimidad (no por inconfesable) es sepultada bajo el desapego, y es probable que eso sea condición de lo remoto.
Sólo dos cosas escapan a la anestesia emocional: los sueños y las enfermedades (propias). Dos despotismos biorrítmicos que, curiosamente, coinciden con otra vocación del autor: el narcisismo.
En efecto, además de la tendencia retrógrada, los diarios de Bioy Casares (o la selección de Daniel Martino) son matriz de cierta auto-idolatría, aún cuando el saldo sea el desprestigio del resto de los mortales (niños, esposa, amantes, colegas, pobres) y un bazar de gruñidos.
Conforme a las condiciones, es difícil recomendar la lectura de Descanso de Caminantes, pero si, pese a todo, usted se suscribe a ella, recuerde las pecas y la literatura de su autor, no tardará en reconocer a un personaje de Lewis Carroll que siempre es más infantil y mas viejo de lo que el tiempo exige.
Bioy siempre cuidó mucho su imagen pública, "Descando de Caminantes" es un libro póstumo, (la seleccion es de Daniel Martino) creo que no fue una publicación que lo favoreciera demasiado... En verdad prefiero las ficciones de Bioy, pero si quieres leerlo me gustaría saber si estas o no de acuerdo con lo que pienso...
ResponderEliminarDe Artl leí "Los siete locos", está en saldos... allí también se puede encontrar
"Los lanzallamas".
El ensayo de Pauls es muy bueno; y la prosa está bien cuidada. Alberto Giordano también ha realizado buenos ensayos sobre Puig, he leido solo algunos...
Estoy leyendo "Las particulas elementales" de Michel Houellebecq ¿vos?
Cariños.
En el descanso del trabajo inicie la lectura de “descanso de caminantes”, avance unas veinticinco hojas y de momentos la lectura va bien.
ResponderEliminarA mi me cuesta mucho encontrar libros de Artl y quiero seguir leyendo sus novelas.
De Houellebecq , he leído : plataforma , particulas elementales , ampliación de campo de batalla y la posibilidad de una isla , todos tienen los suyo , oscuro , pero lo suyo al fin y al cabo. Hay una novela que se llama 13'99 euros de Frédéric Beigbeder que tiene un estilo Houellebecq
Yo estoy con una novela de Perez Galdos que se llama Torquemada en el infierno , y que esta dentro de una serie de cuantro novelas.
Aaa también estoy con “descanso de caminantes"
Saludos
leox
Llego y veo rápidamente el blog: me gusta la selección de lecturas que hay; las leeré con merecido detenimiento. Gracias por tu comentario y ojalá encuentres a ese gran, gran escritor que es Thomas Bernhard.
ResponderEliminarSaludos.