25/9/16

EL MALVADO ZAROFF/ THE MOST DANGEROUS GAME (Irvin Pichel, Ernest B. Schoedsack, 1932)- Spoiler-


Todo Estaba montado (paisajes, cámaras, equipo técnico), King Kong estaba quedándose con los números rojos y el cuento de Richard Connell (1924) era perfecto. Así nace El malvado Zaroff, como una intervención de rescate presupuestario, como un verdadero prodigio del reciclaje, de resaca y, suerte para ellos, de plusvalía.
Es en esa dimensión satelital, paralela y nocturna a la vez donde los materiales de segunda mano conjuran la siniestra aventura de Robert, un cazador que naufraga con su reloj super archi sumergible y va a parar a la isla que un conde cosaco diseñó especialmente para saciar su obsesión: dar caza a los machos de su propia especie y gozar orgásmicamente, luego, de sus hembras.

¿Podrá la experiencia deportiva de Robert salvarlo de las artimañas de Zaroff? ¿logrará resguardar la pureza de Eve, la inteligente sama que llegó también a la isla por los programas de desvío ruso del anfitrión y que ya ha visto desaparecer a tres de sus compañeros? ¿Tomarán conciencia los protagonistas y los espectadores del peligro ecológico que arrastra matar animales por mera diversión? La estructura narrativa clásica (rematada con sus Happy ends) pueden dar respuesta a las primeras preguntas. La última, sin embargo, sólo depende de usted.

Les dejo el link para que se deleiten al ver cómo reutilizaron los materiales de King Kong


17/9/16

EL HOMBRE Y EL MONSTRUO (Rouben Mamoulian, 1931)


Si se lo está preguntando, la respuesta es sí: esta es otra versión de la novela de Stevenson (1886), la historia del científico ambicioso que inventa una pócima para disociar la pureza (archi-victoriana) de la maldad (soldada aquí a los instintos sexuales y agresivos), usa su propia personalidad para ver los resultados, terminando el experimento en un caos irreversible y vergonzoso que conduce a su creador a la muerte (de los otros y de sí mismo).
Un film de la Paramount que, comparada con las estrenadas ese año (Drácula y Frankestein) ya parece pasada de moda: la cinta, la apuesta por el cine mudo, los rótulos, el titubeo entre el drama y el terror, hasta los atuendos a lo “Ricitos de Oro” que luce la prometida del Doctor Jellyk…

El dato podría ser menor pero viniendo de una película que inauguró el mismísimo Festival de Venecia (1932) y que rebalsa de madurez técnico-estética, los desfasajes temporales suenan más bien a estrategia conceptual. Tal vez porque no deja dudas de que el conflicto interno entre (lo que la sociedad supone) el Bien y el Mal es tan viejo como una pieza arqueológica. Porque se adelanta casi treinta años a l auge del cine de terror psicológico y, así, simula aún mayor precocidad. O porque, como diría el Buen Capusotto, “está hablando del faso”, demás psicotrópicos y efectos derivados (placeres, tormentos, síndrome de abstinencia). Quizá por nada de esto y mucho más.

10/9/16

LA MOMIA (Karl Freund, 1932)


En 1932, envalentonada por la hemorragia de imaginación, intriga, miedo y merchandisig gratis que estaban provocando las dos docenas y medias de muertes asociadas (a veces a la fuerza) con el descubrimiento de la tumba de Tut- Ankh- Amun, La Universal volvió a contratar a Boris Karloff y (con una mezcla artesanal y tóxica de algodón, goma, arcilla, colodión y vendas de lino ácidas y horneadas) lo transformó en un Sumo sacerdote egipcio que resucita después de 3700 años.
Convencido que “la muerte es el umbral de la nueva vida. Vivimos hoy y viviremos de nuevo. (y) volveremos en muchas formas”, Imphotep (así se llama la momia que ya no está maquillada) hace que los arqueólogos británicos recuperen los restos materiales de su amada de entre la arena; consigue dar – hipnóticamente- con la mujer que porta su alma e intenta arrebatarle su contemporaneidad en nombre del amor eterno.

Aunque es la primera producción terrorífica sin base literaria, el resto de la película es la hermana gemela de Drácula (1931): el no-muerto que sale de su ataúd, gente que enloquece ante su presencia (manifestando como síntoma la risa), un par de muertes que ratifican la peligrosidad del monstruo, una mujer que se vuelve una trastornada/sensual, un científico que sabe explicarlo todo, un director que ofició de fotógrafo en su antecesora y, por supuesto, un amuleto infalible que aniquila al protagonista negativo para que la parejita heterosexual pueda ser feliz.

4/9/16

DR FRANKENSTEIN, EL AUTOR DEL MONSTRUO (James Whales, 1931)



“Estamos a punto de contarles la historia de Frankenstein, un científico que quiso crear un hombre sin tener en cuenta a Dios. Es una de las historias más extrañas que se han contado. Se relaciona con dos grandes misterios de la creación… la vida y la muerte” Esta es la advertencia que Laemmle quiere hacer a su público y es tan perfecta que casi no hace falta agregar que el Doctor Frankenstein (con ayuda de un jorobado y ¿retardado ¿ asistente) se hace de cuerpos recién muertos y del cerebro fresco de un asesino para armar la criatura (Boris Karloff). Tras la inyección vital de un par de relámpagos, el engendro sale a matar y a arruinarle el casorio a su abandónico fabricante generando, así, la ira de todo el pueblo. Unida y enfurecida, la comunidad (después de una lucha mano a mano con el científico que sale disparado entre las aspas de un molino)  lo incinera. Ya todos pueden tomarse el vino de la tatarabuela (los sirvientes, el champagne, por supuesto “darles esto sería desperdiciarlo”, min.   ) y casarse “cuerdos y en paz”.