1/10/16

FREAKS/ LA PARADA DE LOS MONSTRUOS (Tod Browning, 1932)- Spoiler-


En algún lugar (oculto en medio de trapecios peligrosos, carromatos y las resacas de un film de la Garbo) existe un pequeño reine donde la malformación es la norma. Casi todos los que viven aquí son muy muy deformes.

“Antes de mostrarles esta atracción tan excepcional, hay que decir unas palabras sobre algo tan sorprendente. Lo crean o no, por extraño que parezca, en la antigüedad todo lo que se desviaba de lo normal era considerado un presagio de la mala suerte y un signo de maldad. Dioses de la desgracia y la adversidad eran invariablemente convertidos en monstruosidades; e injusticias e infortunios se atribuían a los tiranos deformes y lisiados de Europa y Asia.
Historia, religión, folklore y literatura abundan en cuentos de canallas deformes que han cambiado el rumbo del mundo. Goliat, Calibán, Frankenstein, Gloucester, Tom Thumb y el Emperador Guillermo son sólo algunos de los más famosos.
Un nacimiento anómalo era considerado una desgracia, y a los niños malformados los dejaban morir a su suerte. Si, por ventura, uno de esos monstruos sobrevivía siempre era mirado con recelo. La sociedad rehuía a causa de su deformidad y su familia se avergonzaba de la maldición que caía sobre ellos.
A veces, uno de estos infortunados era llevado al Tribunal para ser objeto de mofa y diversión de los nobles. A otros les dejaban ganarse la vida mendigando o robando o penando.
Pues el amor a la belleza es un instinto arraigado que se remonta a los comienzos de la civilización. La repulsión con que contemplamos las anomalías nos viene condicionada por nuestros antepasados. La mayoría de los monstruos están dotados de pensamientos y emociones normales. Su destino es ciertamente desgarrador.
Se ven forzados a llevar una vida antinatural. Por tanto han construido entre ellos un código para protegerse de las puyas de la gente normal. Sus normas se cumplen estrictamente. El dolor de uno es el dolor de todos. La alegría de uno es de todos” (min. 0.14 a 02.08)

La aventura de hoy se parece a una antología estrambótica de la vida en los circos itinerantes: las niñas microcefálicas usan vestidos y a pesar de ser calvas se peinan con hebillas; el hombre oruga enciende cigarros; las siamesas viven romances distintos pero sienten lo mismo; la hermafrodita se defiende y coquetea; la mujer barbuda y el hombre esqueleto tienen familia; las chicas-pájaros se posan sobre la mesa; la mitad de un hombre es un amigo muy leal y la pareja de enanos se desgarra porque él, Hans, sólo sueña con la hermosa, “normal y cruel” Cleopatra, una trapecista que acpeta sus regalos y su matrimonio porque ella, a su vez, sólo sueña con la fortuna que va a heredar cuando termine de envenenarlo.


Freak filtrea con el documental social y el drama amoroso, pero todo el tiempo se distrae, está demasiado preocupada por otra cosa, algo más irónico y terrorífico: develar el estado puro de lo monstruoso, eso que (sin maquillaje ni disfraces ni efectos especiales) inocula en la gente un horror verdadero. Ni bien el público se ve enternecido por la estética de la fealdad, en cuantito comienza a regocijarse en la bondadosa solidaridad que cree sentir por los deficientes, Browning le arroja (casi literalmente) a la cara el cinismo del que estamos hechos los seres humanos  incluso los anormales- ¿Pueden los humillados ejercer más agresión de la que padecen? ¿Qué pasa cuando lo que no encaja no quiere “quedarse  en el molde”? ¿Cuándo aquello que rechazamos no nos acepta como uno de ellos?¿Cuando descubrimos la esencia maldita del hombre? Puede que  la Cl(e)o de la última escena (y los 30 minutos amputados al film- que incluyen la castración de Hércules, el hombre forzudo que oficia de amante y cómplice de la trapecista)  respondan algunos de estos interrogantes. Lo que pasó con la película durante sus primeros 30 años: su productora- La Metro- la sacó de circulación casi al instante, cuanta la leyenda que fue porque una mujer los demandó aludiendo que sus imágenes le provocaron un aborto espontáneo; las ligas conservadoras junto a otros segmentos sociales impulsaron su fracaso de taquilla; algunos países -como Inglaterra- prohibieron su exhibición hasta los años sesenta; algunos actores declararon estar en desacuerdo con la trama y  Tod Browning se retiró para siempre de las pantallas y cualquier cosa que se le pareciera: eso sí, probablemente, los responda todos.


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